martes, 6 de septiembre de 2011


NECESARIA, ¿PARA QUIEN? (La reforma constitucional).


Desde luego no para los millones de votantes que dieron su confianza a los partidos de izquierdas, ni para los 51.183 personas que este mes ha engrosado la alarmante cifra de parados que se suman a los cuatro millones largo que ya lo estaban, ni para los miles de personas que sin desfallecer muestran su repulsa todas las tardes en las calles de nuestras ciudades. Y sorprendentemente tampoco la caprichosa bolsa ha tenido un comportamiento positivo.

Entonces, ¿a quién favorece la reciente reforma constitucional aprobada por el Congreso?, desgraciadamente los supuestos favorecidos no están entre los mortales de a pie, habrá que buscarlos entre las bambalinas de los mercados, o quizás en la opacidad del entramado financiero de la especulación.

Por tanto una reforma avalada por los votos de los dos grandes partidos españoles que gracias a la matemática parlamentaria ha tomado una lamentable decisión de espaldas al sentimiento que grita en la calle. Es esta una decisión que nuevamente deja patente la lejanía entre el debate de determinados parlamentarios y nuestra dura realidad cotidiana.

Lejanía que por momentos se va acrecentando, solo es necesario observar los arduos esfuerzos que tienen que realizar los diferentes voceros parlamentarios para explicarnos lo que para el más elemental sentido común carece de una explicación razonable.

Cierto, que la situación es preocupante, problemática, dramática para muchos, pero desde luego las decisiones recientes no son la solución, solo, hace falta dar un vistazo a lo que ocurre cada día: aumenta el paro, seguimos sin ser capaces de remontar el descenso del consumo, miles de familias continúan bajo la amenaza de ver mermada su capacidad para solventar sus compromisos de deuda, el trabajo sigue devaluándose con el incremento de la temporalidad, cientos de miles de ciudadanos observan como servicios esenciales de la sociedad - educación, sanidad - están siendo expoliados, con el temor de sufrir un colapso social de estos deberes básicos para los que todos hemos contribuido.

Y la realidad continua imponiendo su machacona y cruda valoración a las medidas de nuestros políticos, gritatandoles con desgarro que esa no es la solución. Nunca puede ser la salida de esta crisis, la devaluación de los avances logrados en el estado de bienestar, nunca puede estar la solución en degradar el empleo, jamás tendremos salida sin poner coto a los desmanes financieros de los especuladores. Y nuestros sordos políticos sin querer entender ni valorar que nosotros - los ciudadanos de a pie - ya hemos cumplido con nuestra parte del sacrificio y aun continúan los únicos culpables de esta situación enriqueciéndose con cada vaivén bursátil, desde la tranquilidad de sus villas, o desde el otero de sus rascacielos.

Por tanto nosotros no la necesitábamos - la reforma constitucional - porque en nada ha de favorecernos y por el contrario somos conocedores de quienes son los verdaderos beneficiarios de esa decisión parlamentaria: aquellos que han logrado imponer su ideología en la Constitución de todos, limitando las políticas sociales de este y futuros gobiernos.

Y el único argumento que reiteradamente nos repiten es que se trata de favorecer la estabilidad del euro, me imagino que no será el que solitario en mi bolsillo apenas si me sirve ya para un café.

Y en su sinrazón siguen negando la palabra a los ciudadanos, cuando ellos - los que han votado en el Congreso - deben su voz y ese derecho a quienes les votaron.

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